Por Francesca Brivio
Un contenido posible gracias a la Source Research Foundation
“Cada paciente necesita una dosis exacta para lo que está tratando de lograr. Y los objetivos de los pacientes es importantísimo. Hay que preguntar al paciente cuáles son sus objetivos. Parece tonto, ¿no? Que está con depresión y está con tristeza. Y le dices, pero ¿cuáles son tus objetivos? Muchos te dicen, no, mi objetivo es poder volver a trabajar, poder volver a estar activa, poder volver a hacer las cosas. A la misma edad antes, a salir, a disfrutar la vida. Casi nadie te dice, mi objetivo es no tener tristeza. Casi nadie dice eso como objetivo. La mayoría de los objetivos es querer volver a vivir. Entonces, si yo voy a tratar al paciente para la tristeza, la ansiedad, me estoy equivocando. Yo tengo que tratar al paciente para sus objetivos”.
La depresión es una de las principales causas de discapacidad en el mundo y afecta a millones de personas. A pesar de los avances en la investigación aún existen muchos retos en su tratamiento. Hay que comprender no sólo los síntomas y las causas de la depresión sino también cómo se puede abordar desde diferentes perspectivas, incluyendo el uso de drogas como en el caso de la ketamina.
La ketamina se utiliza en contextos médicos y recreativos como un anestésico disociativo. Dependiendo de la dosis puede producir desde relajación y tranquilidad hasta euforia y desinhibición con distorsiones perceptivas. En dosis altas puede generar la sensación de estar fuera del cuerpo conocida como K-hole. Sus efectos adversos incluyen vómitos, mareas, sudoración, dolor de cabeza, confusión y pérdida de memoria. Al día siguiente se puede experimentar un cansancio particular. El uso frecuente sin supervisión médica puede causar problemas de atención, concentración, memoria, dependencia emocional y sangrado urinario.
En el ámbito recreativo la ketamina es conocida por sus efectos disociativos y alucinógenos. Médicamente su capacidad para aliviar la depresión resistente al tratamiento ha sido un cambio de paradigma, minimizando muchos de los riesgos bajo supervisión adecuada.
Para una visión completa de la ketamina, es importante explorar estos distintos usos y sus implicancias. Probablemente ustedes no lo saben, pero soy una mujer autista y TDAH con detección tardía. El nivel de enmascaramiento e invalidación constante me llevaron a tener estrés postraumático complejo. He tenido alrededor de cuatro internamientos por depresión y he tomado antidepresivos y ansiolíticos en distintas épocas de mi vida sin mayor impacto positivo. Recibir hace casi dos años el tratamiento con ketamina ha sido una experiencia transformadora que desafía la comprensión convencional de tratamientos para la depresión y el bienestar.
Quien se encargó de este tratamiento fue el doctor Raúl Cabrejos, anestesiólogo con más de 10 años de experiencia en el uso de la ketamina y pionero en su utilización dentro del área de la salud mental en el Perú desde 2018. Es el primer anestesiólogo peruano capacitado por The Ketamine Training Center y miembro de The Ketamine Research Foundation de los Estados Unidos. Con más de 10 años en sala de operaciones y seis años de experiencia en el manejo de la depresión, ansiedad, estrés postraumático, bipolaridad y dolor crónico. Formado en la Escuela de Medicina de la Universidad Ricardo Palma, certificado por el IEMFG y entrenado en especialidad de anestesiología en el Hospital Alberto Sabogal EsSalud.
Esta entrevista no debe considerarse como una recomendación médica o una guía para el tratamiento de otros. Los efectos de la ketamina pueden variar significativamente entre personas, y lo que ha sido beneficioso para mí puede no serlo para otros. El relato de mi experiencia personal fue bajo supervisión médica y está destinado únicamente a compartir mi viaje individual y los resultados que he percibido. Este testimonio no pretende sustituir el asesoramiento, diagnóstico o tratamiento médico profesional. Si estás considerando el tratamiento con ketamina o cualquier otro enfoque para la depresión, te insto a que busques la orientación de un médico o especialista en el tema.
¿Qué te inspiró a empezar a utilizar ketamina en el tratamiento de la depresión? ¿Has tenido alguna experiencia personal o familiar que haya influido en tu decisión de trabajar con este tratamiento para la depresión?
Sí, mira, te cuento que como anestesiólogo, primero nos entrenan para estar en sala de operaciones y estar listos para cualquier tipo de operación. Pero también tenemos un entrenamiento para lo que es la terapia de dolor. Entonces, muchos de los pacientes que venían a la terapia de dolor estaban consumiendo una gran cantidad de opioides. Y para nivelar el uso de opioides, utilizábamos goteo de ketamina y así evitábamos que utilicen tantos opioides. Y comencé a darme cuenta que las personas que recibían la ketamina no mejoraban mucho el nivel de dolor, pero mejoraban bastante su estilo de vida. Los veía con otra cara, los veía con otro semblante, con otra actitud. Se veían felices. De lo que llegaban tristes por el dolor, los veía felices, pero manejando y acostumbrándose y llevando el dolor de otra manera.
Esto me hizo dudar bastante sobre el efecto de la ketamina como placebo. Y comencé a investigar y me di con la sorpresa de que desde el año 68 la ketamina ya estaba descubierta como un antidepresivo y un antisuicida. El problema es que nunca se enseñó en la escuela de medicina ni en mi formación como médico especialista.
Posteriormente, tuve un familiar muy cercano que tuvo una depresión postparto y estuvo a punto de suicidarse. Y ella, esta persona, fue mi paciente cero. Utilicé la ketamina netamente para poder ayudarla a salir de la depresión. Y gracias a Dios, a la cuarta dosis se fue la gana de matarse, y a la sexta dosis ya estaba de nuevo feliz. Y obviamente comenzamos su tratamiento antidepresivo biooral con el psiquiatra. Pero pude rescatarla rápidamente. Y esto me motivó bastante a comenzar a ayudar a las personas que conocía. Comencé primero con familiares, con amigos, con conocidos, hasta que decidí tomar el curso en Estados Unidos, que lo hacen generalmente los psiquiatras. Porque hay un curso que hacen los anestesiólogos, que es colocar la ketamina en la venosa y ponerle una cantidad de dosis. Y punto. Sin acompañamiento emocional.
Y bueno, yo siempre me he sentido, o siento que soy una persona muy empática y que me gusta compartir mi corazón, mi experiencia, mi ser. Porque yo no veo al paciente como un paciente, yo lo veo como un ser humano con muchas cualidades y con mucho dolor. Y esto está creciendo de manera increíble. Ahora tanto sí que estamos utilizando ya la ketamina hasta para el síndrome de abstinencia de drogas. Hay personas que están enganchadas con drogas como la heroína o la cocaína o el alcohol. Y estamos utilizando la ketamina justamente para la semana del síndrome de abstinencia.
Entonces, hay muchas cosas que hacer. Y la verdad es demasiado apasionante ver cómo las personas salen adelante y ese sufrimiento que se pierde, se va. Yo sí les sugiero siempre que tengan un acompañamiento de un psicólogo y un psiquiatra. Porque esto no es un proceso rápido. Salir de la depresión con la ketamina sí puede ser rápido. Pero el proceso de perdón, el proceso de sanación, es lento. Y eso tiene que ser guiado con una psicóloga. Y obviamente algunos pacientes optan por tomar pastillas antidepresivas. Yo sé que muchos son reacios por los efectos secundarios, pero tienen que tener paciencia hasta encontrar la pastilla que les dé efecto.
¿Y qué cosas nuevas entienden sobre la depresión que han influido en el desarrollo de tratamientos con la ketamina? ¿Y cuál es el contexto actual de la depresión en el mundo? ¿Cuáles son los mayores retos que hay en el tratamiento?
Mira, esto es una pandemia, está creciendo año tras año. Estamos en un 5% actualmente en Perú, o 4.9, pero ya creo que esa data fue hace dos años. Yo creo que ya estamos en el 5%, que vendría a ser casi 2 millones de personas diagnosticadas. Entonces, de esos 2 millones de personas diagnosticadas, casi un 50% no va al médico y otro 30% no cree que tiene depresión, que tiene otra cosa. Entonces, imagínate el número de personas que están sufriendo en nuestro país. Y en el mundo, la última data que salió ha sido hace dos años, de 360 millones de personas. Yo creo que ya estamos acercándonos a los 400.
Entonces, es una pandemia que no va a parar. No va a parar porque el estilo de vida y la sociedad se está volviendo cada vez más superficial y el estándar de felicidad está siendo cada vez más fantasioso. Las redes sociales ayudan mucho a fantasear sobre la felicidad. Muchos piensan que la foto en Cancún o la foto en Miami es la felicidad. Cuando se toman la foto y termina la foto, esa misma persona está triste, sola. Entonces, hay una fantasía increíble sobre la felicidad y sobre la paz. Y digo la paz porque muchas personas buscan drogas para encontrar la paz. Entonces, hay que saber utilizarlas. Hay que saber cuáles son sus efectos. Y hay que saber qué cosas es lo que estás tapando. Porque si lo que vas a tapar es un dolor, te estás equivocando. Estás yendo por el camino incorrecto.
Para mí cada sesión fue una danza entre la confrontación y la liberación. Un viaje que reestructuró mis patrones emocionales negativos y me ofreció nuevas formas de entender mi propia existencia. ¿Podrías explicar desde una perspectiva científica cómo la ketamina puede influir en la plasticidad neuronal y la reestructuración de patrones emocionales negativos?
La ketamina es interesante. Es un anestésico disociativo. Al ser disociativo lo que va a hacer es separar el cuerpo de la mente. Y cuando nosotros nos separamos del cuerpo de la mente, nos olvidamos que somos un ser material. Y cuando ya no hay material, no hay materia, no hay tiempo, ni espacio. Y en ese momento de conciencia sin tiempo y espacio, todo es posible. Y es más, la ketamina también va a producir el glutamato, porque va a trabajar en los receptores de NMDA, que es el N-metil de aspartato, lo que va a hacer que aumente el glutamato en dos lugares específicos: en el área prefrontal del cerebro y en el sistema límbico.
El área prefrontal del cerebro es el área donde está el aprendizaje, la memoria, la motivación. Es por eso que una persona con depresión no tiene motivación, no tiene concentración. La gente no entiende. Le dicen: «Oye, pero pon de tu parte, sal, vamos al gimnasio, vamos a hacer compras. Tienes que poner de tu parte». Y no entienden que no es que no quieren, sino que no pueden. No tienen la motivación, no pueden. Es más, si es un estudio científico, ya postmortem con personas con depresión, se dieron cuenta que el 50% de estas personas tenían esta área prefrontal del cerebro atrofiada. O sea, macroscópicamente atrofiada. Microscópicamente quiere decir que de todas maneras hay daño.
Y justamente esta área del cerebro es tan importante para que nosotros podamos actuar de manera normal, para concentrarnos, para activarnos, para poder hacer nuestro día a día, para poder salir, despertar y tener las ganas de ordenar nuestra vida. Imagínate tener esa parte enferma. Y es algo que mucha gente desconoce. Todo el mundo piensa que es algo emocional y punto. Pero daña esa parte del cerebro, la física. Esa parte del cerebro la daña, la hace pequeña. Es como que no la utilizaría. Deja de utilizar esa área del cerebro. Y obviamente no hay más neuroreceptores que van saliendo ahí. Vas perdiendo los neuroreceptores. Cada vez van a haber menos.
El área del sistema límbico, obviamente ahí están las emociones, las sensaciones, los recuerdos de las emociones. Y esa área ya va a estar completamente debilitada. Y lo único que vas a sentir es tristeza, pena y angustia. Entonces, sin motivación y con pena y angustia, la depresión se vuelve una bomba. Es un monstruo. La ansiedad y la depresión son monstruos porque nos quitan la voluntad. Y la gente no entiende eso. La gente piensa que no es una enfermedad, que es un estado emocional.
Más abstracto, digamos…
Todo el mundo tiene tristeza. Yo también paso por tristeza. No te preocupes, vas a salir. No, no, levántate. No es eso. Es una enfermedad. Realmente es una enfermedad que quita la voluntad de la persona. Por eso es que digo que es un monstruo. Es un monstruo porque te quita la voluntad. Y la voluntad es lo más preciado que tenemos nosotros en la vida. Es tremendo. Y poder entender eso en una persona y al verlo y al tratarlo, entender que esa persona está sufriendo justamente de una pérdida de voluntad te apertura a poder ayudarlo de una manera diferente. De no ser un médico de esos que ni ven al paciente, que le ponen la guía y que, chao, cuídate de Dios. Te da la gana de realmente comprometerte a verlo mejor, a sacarlo del hueco.
¿Y en la neuroplasticidad, cómo influye?
Hay dos factores. Produce una proteína, que justamente es una proteína de factor neuronal. Y la otra es la rapamecina. Estas dos son las últimas que se han estudiado que producen un aumento del tamaño de las neuronas. La mejoran. Es como si fuera una desintoxicación neuronal. Desinflaman las neuronas y la mejoran. Y las hacen crecer. Y comienzan a hacer nuevas gimnasias. Entonces, estas nuevas gimnasias son las que fortalecen al paciente para poder volver a tener los neuronas que le faltaban y que los medicamentos de vida oral comiencen a funcionar.
Yo he tenido alrededor de cuatro internamientos por depresión y he tomado antidepresivos y ansiolíticos en distintas épocas de mi vida sin mayor impacto positivo, como lo comentaba al inicio. ¿Podrías explicar el mecanismo de acción de la ketamina en el cerebro y cómo difiere de los antidepresivos tradicionales?
Te había avanzado un poquito que funcionaba con el glutamato. El glutamato es una vía diferente de acción. Para entrar en el glutamato, lamentablemente, vas a producir un estado alterado de conciencia. Este glutamato, digamos que es el neurotransmisor excitatorio del cerebro por preferencia. No hay otro más que exista en el cerebro que el glutamato. Entonces, este glutamato va a excitar esta área prefrontal del cerebro y el sistema límbico y los va a comenzar a nutrir.
Con las sesiones, yo siempre pongo este ejemplo: es como si tu casa, afuera de tu casa, la pista estuviera sucia y tú no pudieras salir. Con huecos todos. Entonces tú no puedes salir. Lo que hace la ketamina, porque la ketamina actúa solamente por cuatro horas en tu sistema, es limpiar la autopista. Y en el momento que limpias la autopista, tu mismo cerebro, de manera fisiológica, va a comenzar de nuevo a decir: «Oye, ya, ya podemos salir». Y comenzamos a tener más. Si tú tienes, por ejemplo, la pista sucia y tenías 20 personas viviendo en tu casa, o sea, 20 neurotransmisores, dicen, nadie sale, mejor quedemos tres. Si nadie sale de acá, si nadie funciona, si nadie trabaja, mejor de 20 quedemos tres. Pero cuando comienzas a limpiar la pista, ya comienzan a venir más neurotransmisores. De manera natural, fisiológicamente, naturalmente.
Eso es lo bonito. La ketamina tiene esa propiedad que no tan solo repara la neurona, sino que fisiológicamente la desinflama. La ayuda a volver a su estado normal. Y comienza el paciente de nuevo a sentir lo que antes no sentía, y es rapidísimo. En cuatro sesiones, casi el 60% de los pacientes ya comienzan a sentirse mejor.
¿Y la ketamina llega a lugares donde las pastillas no?
Lo que hace la ketamina es activar la neurona para que la pastilla pueda funcionar bien. ¿Entiendes? Y al momento que libera el glutamato, también va a liberar otros neurotransmisores. El glutamato excita al cerebro y va a liberar serotonina, dopamina, hasta oxitocina. Entonces va a comenzar a generar un estado antidepresivo, digamos, como si estuvieras tomando diferentes otros medicamentos. Y todo en un solo momento.
¿Qué evidencia científica respalda el uso de la ketamina para la depresión?
En 1963, generan la ketamina para la guerra de Vietnam. Porque se dieron cuenta de que muchas personas morían con los opioides. Querían un medicamento que fuera estable, seguro y efectivo para poder tratar a los pacientes durante el campo de batalla. Se dieron cuenta de que con la ketamina los pacientes no bajaban sus signos vitales, sino que los subían. O sea, que era recontra seguro. Seguían respirando, seguían con una mejor presión arterial y estaban estables. Tanto así que los comenzaron a operar dentro del campo de batalla.
En 1968, se dieron cuenta de que los pacientes que tenían la ketamina tenían un efecto antidepresivo y antisuicida. Pero no la utilizaron por un tema de tabú. Porque en esa época había bastante consumo de psicodélicos en Estados Unidos. Y se creía que el efecto de alteración del estado de conciencia, porque la ketamina no es psicodélica, se considera como parecida a psicodélico o «psicodélico-like», pero no es psicodélica. La vetaron porque dijeron: «Esta alteración del estado de conciencia no es productiva».
Más o menos en el año 2000, los psicólogos y los psiquiatras hicieron una investigación muy bonita. Se trajeron de Perú la ayahuasca, el de San Pedro, buscaron psilocibina, el peyote. Se llevaron un montón de alucinógenos. Y comenzaron a tratar a pacientes con depresión resistente, con alucinógenos bajo una guía terapéutica. Y se dieron cuenta de que muchos de ellos comenzaron a responder de manera positiva. Especialmente con la psilocibina. Cuando se dieron cuenta de que con la psilocibina los pacientes respondían de una manera terapéutica, de manera efectiva, recién les vino el recuerdo de que ya existía un medicamento que hacía lo mismo y que se conocía su farmacocinética, su farmacodinámica, cómo actúa en el cuerpo, cómo se secreta, qué es lo que hace, qué es lo que no hace, para quién es, para quién no es, su contraindicación, su patología. Ya se conocían.
Entonces, se comenzó a utilizar la ketamina de manera grande, masiva, en Estados Unidos, a partir de 2004 hacia adelante. Y se abrieron un montón de clínicas de ketamina. Para la utilización de la depresión, la dosis es mucho más baja que la que se utiliza para la sala de operaciones. Aunque muchas personas piensan que la ketamina es solamente un medicamento o un anestésico para el cuerpo, para la veterinaria, no es así. Todos los anestesiólogos tenemos en nuestra caja de medicamentos ketamina. Porque la ketamina es un anestésico para un plan B o C, para pacientes inestables o pacientes que no pueden recibir, que son alérgicos a otro tipo de medicamentos.
La ketamina es un medicamento que se utiliza en seres humanos y que en dosis bajas funciona como antidepresivo, ansiolítico y antisuicida. Desde 2005 se hicieron investigaciones hasta el 2019. Se hicieron un montón de investigaciones y en el 2019, la FDA toma las investigaciones y se hace un metaanálisis. O sea, el metaanálisis es lo más serio de las investigaciones. Agarran todas las investigaciones, todos los casos reportados y los comparan, los miden y los aprueban. Entonces, en el 2019, la FDA aprueba la utilización de la ketamina para la depresión resistente al tratamiento.
Pero lo interesante es que lo aprueban como esketamina, que es una molécula igualita a la ketamina, pero digamos que es un nanómetro que va hacia el otro lado. Es un medicamento interesante. Es como si el espejo de la ketamina va a actuar en el mismo lugar, pero no va a producir el efecto de la alteración del estado de conciencia como produce la ketamina.
El efecto, entre comillas, psicodélico…
El efecto psicodélico, que los psicólogos habían recomendado. Pero lo hacen sin ese efecto para que pueda ser utilizado de una manera más fácil sin necesidad de supervisión. Bueno, ha salido en el 2002, si no me equivoco, un estudio de reporte de la utilización de la esketamina y no ha sido tan convincente.
Sí, pero en el 2019 aprueban la ketamina. Y sigue siendo hasta el día de hoy el gold standard en Estados Unidos y en el mundo.
Mira, yo he comenzado primero con pacientes con depresión resistente al tratamiento. Porque los psiquiatras me daban sus pacientes que no podían tratar. Pero poco a poco han comenzado a llamarme pacientes que tenían depresión y no era resistente, pero no querían demorarse con la depresión y no confiaban en las pastillas. Hay muchas personas que tienen tabú con las pastillas psiquiátricas. ¿Por qué? Porque producen sueño, porque producen atontamiento, porque producen cansancio, falta de deseo, o falta de deseo sexual, especialmente en los jóvenes. Y porque los primeros tres meses o dos meses, tienes que esperar hasta que actúen. Y es bien difícil que una persona deprimida te pueda aguantar eso. Una persona que está llorando, con ganas de matarse, y te dice: «Dame una pastilla para la depresión». Ya, pero en un mes va a funcionar. O sea, le pones una situación tremenda.
Es más, un 40% de los pacientes a quienes les das un tipo de pastilla no responden. Entonces tienes que cambiarla. Y ahí viene toda una alquimia que hacen los psiquiatras hasta llegar a los medicamentos que ¡pum!, le hacen bien al paciente. Y terminan tomando tres, cuatro días, cuatro medicamentos. Y eso muchos no lo quieren. Muchos no quieren estar así, con cuatro o cinco medicamentos.
Entonces sí he tratado algunos pacientes con depresión mayor, pero no resistente, y han salido igual de rápido. Han salido más rápido todavía. Pero siempre conversando con su psiquiatra. El tema acá es la conversación con el psiquiatra, lo que desea el paciente, y que no deje su tratamiento si es que lo está tomando. Porque es muy importante que este tratamiento lo dirija el psiquiatra. Yo como anestesiólogo me rijo y hablo con los psiquiatras de cada paciente para decirles lo que vamos a hacer. Muchos psiquiatras no conocen el tratamiento. Yo sólo les explico. El paciente obviamente es el que toma la decisión y se comienza el tratamiento.
¿Y en qué porcentaje de casos que has tratado el tratamiento ha sido efectivo?
Un 80%. Depende bastante del diagnóstico del psiquiatra. Porque hay pacientes que son esquizoafectivos, ya hay pacientes que no están muy bien diagnosticados, y en ellos es un poquito más complicado porque la ketamina los hace sentir bien, pero no los llega a levantar por completo. Y puede ser que necesiten más dosis. Pero sí he tenido un 20% de pacientes, el 80% de mis pacientes han respondido bien. A las ocho primeras sesiones he tenido un 10%, hasta podría ser 15%, que me han respondido ya de forma crónica. Porque eso también he comenzado a ver, que cada vez la ketamina se puede comenzar a cronificar, obviamente siempre con el cuidado de evitar que esto se vuelva una dependencia. Y hay alrededor de un 5-8% que sí, una calavera en la casa, que no le han hecho nada.
O sea, 80% no tienen que volver a hacer el tratamiento y están satisfechos con su vida y el efecto que ha tenido. El otro 10-15% repite algunas una vez al año, otras cada tres meses, lo que sea. Se vuelven un poquito crónicos. Y el otro 5%, más o menos, dirías que no tenía un efecto, un impacto en su vida.
No sé si te acuerdas que cuando comenzábamos contigo te hacía un test. Ese test, utilizo dos tests para poder medir el nivel de depresión y ansiedad. Entonces, cada vez que vamos avanzando, ya voy volviendo a medir con el test y ya tengo algo objetivo para poder ver el avance. Y el subjetivo lo que me dice el paciente. Entonces, cuando yo ya veo al paciente que está listo, que está funcionando, y el test me demuestra que la depresión es leve, la ansiedad es leve, señora, siga usted con su medicamento biooral y cuídese. Tenga buena suerte y que Dios me la cuide.
Y de ese 80%, ¿todas siguen tomando las pastillas vía oral o también hay un porcentaje que, en mi caso, yo no he vuelto a tomar las pastillas?
Hay gente a la que no le gusta tomar pastillas. Ya, te voy a ser sincero. Hay gente que me dice: «¿Sabes qué, Raúl? Ponme la ketamina una vez cada mes, cada 15 días, cada 20 días, o cuando me venga mi bajón».
¿Y esa es una dosis o son las ocho?
No, no, no. Una dosis. Una dosis nada más. Ahí le voy y pongo una dosis. Pero ya voy manejando de paciente a paciente. Esto es muy nuevo. Y estoy viendo que cada vez hay más reportes en los cuales la ketamina se está comenzando a cronificar. Es más, la esketamina nasal puede durar seis meses el tratamiento. Entonces, la ketamina que coloco yo, la hago endovenosa o intramuscular, dependiendo de los objetivos que quiere cada paciente.
Pero bueno, sí, hay pacientes que no necesitan medicamentos y que pueden tratarse solamente con ketamina. No es lo indicado, repito, no es lo indicado, pero tampoco puedo abandonar a un paciente que quiere ayuda. Estamos, pero siempre doy el soporte y siempre trabajo para que vaya al psiquiatra o que tenga una psicóloga de soporte, porque necesitan votar, necesitan sanar.
Durante las sesiones con ketamina, experimenté una disociación saludable, una especie de desapego emocional que me permitió observar mis traumas y miedos desde una perspectiva externa. En uno de esos momentos, reviví recuerdos dolorosos, pero con una nueva claridad. No eran menos intensos, pero había una distancia protectora, como un escudo que la ketamina parecía darme. ¿Cómo se maneja el tratamiento de pacientes con traumas complejos para asegurarse de que estos enfrentamientos sean terapéuticos y no retraumatizantes?
La ketamina se está utilizando para las siguientes enfermedades o trastornos del estado del ánimo: para la depresión mayor resistente al tratamiento, para la ansiedad resistente al tratamiento, la bipolaridad en su estado depresivo y para el estrés postraumático. Y obviamente en la parte de anestesia para el dolor. Y ahora para el síndrome de abstinencia, ya estamos comenzando a hacerlo.
Lo interesante es que al momento que la ketamina te separa de tu cuerpo y te disocia, ya el cuerpo, cuando se va el cuerpo, se va el dolor, se van las penas, se van las necesidades. El cuerpo siempre necesita. Yo necesito, quiero, quiero, quiero, quiero. Quiero un polo, ahora quiero otro. Quiero una zapatilla, ahora quiero una para verano. Quiero un pantalón, ahora quiero un short. Siempre queremos, siempre queremos, siempre queremos. El problema del cuerpo es que el cuerpo es una materia muy débil. Y nosotros somos seres muy complejos. Entonces, ¿qué ocurre cuando tú no puedes obtener algo que quieres? Entras en frustración. Y cuando entras en frustración, cuando eras niño te tirabas a la cama, llorabas, venías a la mamá y te apagaba el fuego. Te daba tu helado o el carrito que se te había perdido, se te había roto. Pero de adultos, ¿cómo manejamos eso?
Muchas veces, muchas personas saben manejar la frustración y muchas otras no. Y aquellas que no saben manejar las frustraciones, comenzamos a tener cólera. ¡Cólera! ¡Cólera hacia afuera! Pero no podemos estar golpeando a las personas. No podemos estar pateando a los perros, no podemos estar golpeando a las paredes. Y esa cólera se vuelve un odio hacia ti. Y comienzas a odiarte por no poder lograr tu meta, por no poder lograr tu deseo. Y en el momento que comienzas a odiarte, comienzas a sentirte triste. Porque te odias a ti mismo y te haces un gran hueco.
Entonces, ¿qué ocurre? La ketamina corta esa barrera o corta esa unión y te permite ver tus dolores, ver tus traumas, pero desde una perspectiva como si fueras una tercera persona. Observándolos de una manera con paz. Porque hay una música que te acompaña, que te ayuda para mantener ciertas ondas cerebrales, para no perderte. Porque de todas maneras, si pongo ondas cerebrales muy altas, también puedes tener ciertas sensaciones incómodas. Entonces te pongo una música que te acompaña y esa música te va a permitir ver tus dolores, ver tus traumas, ver lo que te fastidia de una manera diferente. Sin dolor, sin miedo.
Hasta puedes experimentar la muerte. Y el momento que experimentas la muerte no te da miedo porque sabes que sigues siendo tú.
¿Sabes cómo?
A ti te ha tocado esa experiencia. Es bien bonita. La experiencia de la muerte es bien bonita porque te sientes como si fueras un pequeño átomo volando. Pero sabes que eres tú. Y estás seguro de que eres tú. Y ahí te da una seguridad de que la vida no termina acá. Te da una sensación de que la vida continúa después de este cuerpo, después de esta materia. Y cuando comienzas a regresar, cuando comienzas de nuevo a incorporarte a tu cuerpo, es un proceso de perdón. Porque viene con una información increíble porque el cerebro va a estar funcionando más de lo normal. La ketamina hace que el cerebro funcione mucho más de lo normal. Y cuando regresas a tu cuerpo, o cuando tú regresas a tu cuerpo, vas a poder regresar con mucha más calma, mucha más paz. Quizás no te vas a acordar de toda tu experiencia, pero vas a sentir como que has soltado esa carga que tenías llevando contigo, esa mochila o esa bolsa pesada que siempre llevamos al costado y nos deja avanzar y nos hace sentir que estamos estancados.
Justo lo que comentabas, después de cada sesión yo me sentía más ligera. Y esta experiencia no fue simplemente una serie de momentos aislados de alivio, sino fue como una reconfiguración gradual y sostenida de mi mente y emociones. Los recuerdos y las emociones que surgieron durante las sesiones necesitaban ser comprendidos y asimilados. ¿Cómo crees o cómo se hace para integrar el tratamiento con ketamina en un plan de cuidado holístico mayor, que incluya el bienestar emocional y social de pacientes?
Creo totalmente que este medicamento no es un medicamento que se tenga que poner de manera fría. La ketamina es un medicamento que va al alma de la persona, al corazón de la persona. Y si el que lo va a poner o lo va a aplicar no está dispuesto a tener una conexión con el paciente, más allá de médico-paciente, enfermera-paciente, yo creo que los resultados no van a ser tan buenos. Yo creo que, gracias a Dios, mis resultados han sido buenos porque justamente me he involucrado, no de una manera patológica, porque cada paciente tiene que llevar sus propias cargas, pero sí me he involucrado de una manera de amigos. Porque lo que más me gusta a mí es que el paciente sienta que soy un amigo, no un médico. Y es más, trato siempre de mantener esa clase de relación, de que sienta que está viniendo una persona con el corazón limpio para poder ayudarlo a sanar. Y con eso el paciente se va a sentir feliz y se va a abrir.
La manera holística se puede hacer de diferentes maneras. Si tú tienes un grupo de soporte, puedes tener a tu pareja al lado tuyo, que te dé la mano. Los dos pueden hacer el tratamiento, porque también se puede hacer el tratamiento de pareja con ketamina. Puede ser una música que te guste, un ambiente que te agrade. El setting es muy importante. Yo he hecho ketamina en una oficina blanca, así tipo consultorio médico blanco aburrido que no tiene nada, y lo he hecho en casa. Y los pacientes me dicen: «Doctor, yo me engancho con el ambiente y mis experiencias han sido como que de hospital». Y cuando lo haces en su casa, en su cuarto, en su ambiente, ya es diferente, es su lugar, es su zona de confort, se sienten protegidos. Este tratamiento necesita dos cosas. Necesita un terapeuta que dé confianza y necesita un lugar que dé cobijo. Entonces, ¿qué es lo que se puede hacer? El paciente tiene que estar psicoeducado, que está llegando a un lugar donde va a estar seguro. Y eso es lo más importante, que va a estar seguro y que va a estar cuidado, ya que va a estar unos 40 o 50 minutos en un estado de alterada conciencia. Imagínate, no vas a poner tus manos en cualquier persona en un momento tan vulnerable. Entonces, tiene que haber confianza y tiene que haber seguridad.
Una de las cosas que recuerdo mucho es la vulnerabilidad, por supuesto, en el que te enfrentas física y emocionalmente en el tratamiento. Yo elegí que sea también aquí en mi propia casa. Y es una experiencia que, si es que es posible y con el acompañamiento adecuado, realmente lo recomiendo. Y como dices, también tenía gente a mi costado que me acompañó, aparte de ti, en las sesiones. Claro que la gente a veces me pregunta: «¿Y cómo es?» Y yo les digo: «Pues llega primero una hora, conversa, te hace muchas preguntas, Raúl, y luego pasamos a la otra instancia, que es cuando ya aplicas y también acompaña y también tiene para estar terminando los signos vitales en todo momento para que te entregues, digamos, a toda la experiencia de la manera más segura que sabes que vas a estar contenida en todos los sentidos». ¿Cómo se puede preparar emocional y mentalmente a alguien que nunca ha tenido un acercamiento con este tipo de sustancias? Antes de comenzar con el tratamiento.
He tenido muchos pacientes que nunca han tomado ningún tipo de sustancia y tenían terror a la ketamina y dudaban y dudaban mucho. A esa clase de pacientes, como en todos, ya porque la práctica, ya voy más de seis años en esto y ya el error me ha hecho llevar cada vez más a la perfección. Me ha hecho entender y enseñar ya que hay que dar la dosis, dependiendo de cada paciente. Y siempre comienzo con la dosis más baja. Si veo que hay un paciente muy aprensivo, muy nervioso, muy ansioso, comienzo con la dosis más baja para que él esté en control de la situación. Le hago una psicoeducación de qué se trata la ketamina. En la primera sesión siempre hablo de qué se trata la ketamina, cómo va a funcionar, qué es lo que va a hacer, cuánto va a durar, qué es lo que va a experimentar. Siempre en la primera sesión hago eso. Y cuando comienza, trato de colocarle siempre la mínima dosis posible para ver su resistencia. Si veo que el paciente se deja llevar y que está pasándola bien, le pregunto si puedo colocarle otra dosis más y vamos hacia adelante. En mis dos primeras a tres primeras sesiones yo manejo dosis. Entonces ya llego a la dosis exacta que necesita el paciente para sus objetivos. Y eso es algo que no lo dicen y no lo enseñan. Y es algo que lo he ido aprendiendo poco a poco. Cada paciente necesita una dosis exacta para lo que está tratando de lograr. Y los objetivos de los pacientes es importantísimo. Hay que preguntar al paciente cuáles son sus objetivos. Parece tonto, ¿no? Que está con depresión y está con tristeza. Y le dices: «¿Cuáles son tus objetivos?» Muchos te dicen: «No, mi objetivo es poder volver a trabajar, poder volver a estar activa, poder volver a hacer las cosas». A la misma edad antes, a salir, a disfrutar la vida. Casi nadie te dice: «Mi objetivo es no tener tristeza». Casi nadie dice eso como objetivo. La mayoría de los objetivos es querer volver a vivir. Entonces, si yo voy a tratar al paciente para la tristeza, la ansiedad, me estoy equivocando. Yo tengo que tratar al paciente para sus objetivos.
¿Y de qué manera se puede integrar el tratamiento con ketamina con otras formas de terapia? Y apoyo que una persona pueda estar recibiendo, como fue mi caso, por ejemplo, que se pudo usar también otras herramientas.
En California hay un grupo de psiquiatras que utilizan la marihuana previa a la ketamina. La experiencia es mejor, la duración es mayor, y no se necesita tanta dosis. Y digamos que eso va a depender del paciente. Si el paciente utiliza la marihuana como una salida, un escape, yo no lo recomendaría. Yo tengo pacientes que fuman marihuana y veo que la marihuana es un problema. Entonces, en el tratamiento trabajamos para sacar la marihuana. Pero cuando veo que la marihuana no es un problema, sino que es un método para una enfermedad, para paliar algún tipo de síntoma emocional, pero que la persona es funcional, eso es importantísimo. Si la marihuana, o cualquier droga, especialmente la marihuana, no te deja ser funcional, es un problema. Pero si la marihuana te permite ser funcional, hay que tratar de no hacer un tabú con ello. Y en California utilizan la marihuana antes de la ketamina. Hacen fumar al paciente unos 15 minutos antes, y después le colocan la ketamina.
Con Francesca tuve esa suerte de poder ser la primera paciente que pude tratar con marihuana y ketamina. Y los resultados fueron increíbles. Los viajes y las experiencias de Francesca fueron lindísimos. Y demoraron más de lo normal. No utilicé tanta dosis como utilizaba para otros pacientes. Y ella pudo lograr sus objetivos rápidamente. Entonces, en el caso de ella fue exitoso. No tendría yo ningún problema con tal de ver cada caso. Cada caso es diferente.
¿Puede que haya pacientes que solo se queden con la sensación de trip, de haber tenido un viaje intenso, o la ketamina trabaja tengas o no acompañamiento psicológico paralelo?
La ketamina va a tener su tiempo de duración. Si yo te lo pongo intramuscular, va a subir rápido, a los 15 minutos vas a estar ya en otra dimensión, y vas a comenzar a bajar a los 40 minutos. Entonces, digamos, en una hora ya estás igual, casi como antes de comenzar. Si yo te lo pongo en novenoso, puedo medir el tiempo según el goteo. Y puedo aumentar la dosis según la cantidad de medicamento que ponga dentro del cloruro, del envase. Entonces, dependiendo de lo que necesite el paciente, voy modificando. Pero apenas se termine tanto la inyección, o los 40 minutos posteriores a la subida que tuviste con la inyección, o apenas se termine el goteo, el paciente regresa. O sea, 40 o 30 minutos regresa a estar en su estado normal. Pero a lo que voy es que es un medicamento que es tan versátil, que te lleva tan lejos, y al mismo tiempo te trae bien rápido. No quedas con un mal trip. Al día siguiente tú no te quedas con el trip, no te quedas con nada. A los 40 minutos se te va todo. Se te va todo el efecto de la ketamina. Lo único que puedes quedarte es con los efectos secundarios, que pueden ser mareos.
Sí, yo me quedaba con eso.
Con mareos, algunos se quedan con dolor de cabeza, pero son efectos secundarios que son manejables. Totalmente manejables y controlables.
Y podría, pero lo que me refiero es como si el efecto, el trabajo que hace la ketamina lo hace al margen, finalmente, de tu intención. O sea, en un contexto médico, igual que un doctor te la pone, pero tú no quieres hacer, digamos, el trabajo psicológico, revisar las cosas que has visto, o hacer, y solo como la experiencia del trip, porque puede ser una sensación, es una sensación psicodélica, al margen de que sea o no psicodélica, o la sensación psicodélica fuerte, es como, ¿hace el trabajo la ketamina igual o no?
La ketamina igual va a hacer su trabajo, pero con un acompañamiento previo psicológico es mejor. Porque siempre, no sé si te acuerdas, conversábamos previamente antes de colocar la ketamina. ¿Para qué se conversa? Se conversa para ir trayendo del subconsciente recuerdos. Recuerdos que pueden ser dolorosos, un poquito tensos, sin la necesidad de hacerte llorar o hacerte sufrir. Traíamos cosas que tú te permitías poco a poco traer, y cuando ya está esta información en el subconsciente, al momento que entras a la ketamina, vas a trabajarlos. O sea, se influencia bastante lo último que has visto o lo último que has hablado. Es por eso que la primera hora es importante.
Antes de aplicar.
Antes de aplicarlo. Porque lo importante es que el paciente vaya a trabajar lo que quiere, y la mente solita lo va a llevar. Pero en lugares encriptados, porque el inconsciente encripta cosas. El inconsciente es loco, es bien loco.
Volviendo a las vías de administración, y eso quería recapitular un poco, la esketamina, que ya habló que es la variante esta de la ketamina, que actúa como un enantiómero, se administra típicamente de forma aérea. ¿Es igual de efectiva, dirías tú, que la vía intramuscular, es igual de efectiva la vía intramuscular o la vía endovenosa, que la intramuscular? ¿Cuáles son las vías de administración de la ketamina y qué se diferencian unas de otras?
Cuando tú colocas la ketamina intramuscular, va a tener una acción de pico, porque va a entrar a tu sistema, va a aumentar su nivel plasmático hasta llegar a su máximo. Y, obviamente, tú vas a regular con la dosis ya sabiendo cuál es la resistencia del paciente. Entonces, puedes llegar a un máximo de solamente un estado ansiolítico o puedes llegar a un máximo de un estado disociativo. Y después que llegas a ese máximo, sabes que tienes un tiempo de 5 a 10 minutos para que comience a regresar. Y la biodisponibilidad del intramuscular es casi 92 a 94%. O sea, se aprovecha casi todo el medicamento. Es casi 100%.
¿Es intramuscular?
A muchas personas, dependiendo de sus objetivos, les va a dar mejor con la intramuscular. El endovenoso es diferente. Entra al 100%. Porque entra al 100% del medicamento en tu vena. O sea, su biodisponibilidad es 100%. Y su efecto va a variar dependiendo del goteo. Hay algunos que dejan un goteo fino y lo dejan al paciente en un estado de ansiolisis y no buscan la disociativa. Hay otros que pueden buscar la disociativa y después bajarlo a ansiolisis o hacer juegos. Todo va a depender de los objetivos del paciente y del tipo de paciente. Pero ahí sí es el 100% de la biodisponibilidad.
Antes de seguir con la esketamina, quería subrayar algo. Estamos hablando de la ketamina de uso médico, que tiene una presentación distinta a la que se usa de forma recreativa y que su pureza o composición también puede ser muy distintas. Volvamos a lo que estaba hablando. ¿Y sobre la vía de administración intranasal que brinda la esketamina? ¿Qué se sabe?
La intranasal, la esketamina, hicieron un estudio en el cual la demostración de su efectividad no es tan alta. A veces no quiero hablar mucho de esto porque te metes en contra de farmacéuticas y es todo un tema. Y como se vende y ya se está dando en Perú en algunas clínicas muy reconocidas cobrando demasiado y dándolo como lo último aceptado por la FDA, mucha gente está yendo ahí. Pero el gold standard en Estados Unidos sigue siendo la intranasal.
¿En Europa también?
En Europa también han comenzado a hacerlo. En España hay uno o dos personas que están haciendo. Y en Italia también. El gold standard sigue siendo el endovenoso o el intramuscular. Pero el intranasal…
Tengo entendido que el intranasal dura menos el efecto, lo cual hace que necesites más dosis y tengas que usar un uso continuo.
El intranasal es 23 miligramos. Y una persona como tú necesita más de 50. O sea, necesitarías dos sprays. Y cada spray cuesta alrededor de 250 dólares. Y ni siquiera te va a dar un trip. Ni siquiera vas a hacer un viaje. Es para que te relajes. Y sí te va a ayudar obviamente para que mejores tu estado de depresión. Pero va a demorar mucho más. Van a ser más citas. Es más caro. Y no hay un acompañamiento. O sea, te dan eso y te dan el control de la tele. Y te dicen pon lo que quieras ver. Así de fríos. Porque no lo estoy inventando yo. Así me han dicho pacientes que después de haber hecho la esketamina me han llamado para hacer la ketamina. Entonces me han dicho: «Doctor, yo he estado en la clínica. Me ha mejorado. He mejorado, sí. Pero… Pucha, ya no tengo más plata. Ya me han cobrado demasiado. Y la verdad que… Quiero ahora tratar con la ketamina». Y en dos dosis de ketamina este muchacho que no se había bañado por seis meses, a la siguiente sesión lo vi bañado, afeitado y con otra ropa. Y fue increíble porque él mismo me dice: «¿Sabes qué? No, esto es otra cosa completamente diferente. O sea, la sensación, la experiencia es diferente. Es diferente a la esketamina».
Los doctores suelen tener resistencia a veces con… ¿Tú la has probado?
Yo personalmente nunca he probado la esketamina. Pero sí he probado la ketamina dentro de mi entrenamiento. Tenía que probar la ketamina. Y también me he tratado con la ketamina un tiempo para la depresión. Para una distimia, más que para la depresión. Y me ha ayudado a conocerla. Y me ha ayudado a conocer lo que sienten los pacientes. Y eso me parece a mí sumamente importante, que todas las personas que vayan a trabajar con la ketamina sepan cómo funciona, qué es lo que te produce. Porque es difícil ponerlo en palabras. Es muy complicado poner lo que sientes en palabras. Entonces, tienes que saber lo que el paciente está percibiendo para poder entenderlo. Porque a veces el paciente no va a poder pronunciar bien la palabra, pero tú ya estás sabiendo lo que está sintiendo y le ayudas y le completas la oración. Y eso la calma bastante.
¿Y para el dolor también sirve, cierto?
Claro que sí.
Porque yo siento que aparte de la depresión, el estrés postraumático y todas las cosas, para el dolor físico que tengo por mis enfermedades también puede ayudar.
Para el dolor se utiliza de otra manera. Tiene como efecto secundario, pero de todas maneras te va a ayudar para el dolor. Para el dolor se utiliza con un goteo más lento, más prolongado, sin necesidad de llevarte a un estado de alteración del estado de conciencia. Pero de todas maneras, si te lo coloco para el tratamiento de la depresión, te va a ayudar para el dolor. Indirectamente, ¿no?
Como persona neurodivergente, como mencioné al inicio, siempre he visto el mundo a través de un lente distinto. Pero la ketamina amplificó esa percepción, mostrándome patrones emocionales y conductuales que antes me eran invisibles. ¿Cómo ves el papel de la ketamina en la evolución de la medicina integrativa para personas neurodivergentes?
Tú has sido el caso número uno acá en Perú. Porque ya se está utilizando la ketamina para pacientes con autismo y le mejora bastante su conducta y su claridad. Nos está ayudando. Está todavía en investigación. Todavía. Tú sabes que las investigaciones demoran un poco porque tienen que reportar a varios casos. Pero los casos están siendo muy exitosos. Entonces, tú eres un caso exitoso sin haberlo sabido. Y sí, se está comenzando a utilizar no tan solo para los pacientes neurodivergentes, sino también para el Alzheimer. Y ahora, como te digo, para la desintoxicación.
Ya, pero me queda una duda, cuando la ketamina entra a tu cuerpo no sabe si es para uso adulto (recreativo) o si es para un tema medicinal. Entonces, si se usa en dosis seguras, sabiendo que es realmente ketamina sin adulterantes, ¿los efectos placenteros y de bienestar son los mismos?
¿Te acuerdas cuando te puse ketamina y la música y la luz molestaba? Imagínate que lo estés utilizando en una discoteca. Que te pongan ketamina pura en discoteca. Te vas a quedar tirada en la silla.
No, claro. No te puedes mover.
Y la música te va a llevar a un estado de estrés. A un estado de conciencia pesadísima. Porque te vas a sentir asustada. La música va a ser tan fuerte que va a golpear tu cerebro y no va a poder modular las frecuencias neuronales a un estado de tranquilidad. Entonces va a ser muy duro y muy difícil la experiencia. Ahora, la ketamina actualmente la están mezclando. La mezclan con el tusi, si no me equivoco. Con MDMA. Lo mezclan con MDMA. Y con cocaína. Tú conoces eso mejor que yo. Entonces, la biodisponibilidad de la ketamina intranasal es poquísima. Es bien baja. Es menos del 25%. Entonces yo me imagino que lo que más ponen es la otra sustancia, que es la ketamina. Porque si tú vas a ponerte ketamina y vas a buscarlo para divertirte, no vas a poder. Porque la ketamina te va a tirar al suelo.
¿Qué te puedo decir? A ver, si es seguro, no los va a matar. La ketamina no es un medicamento que te quite la respiración.
¿En ninguna dosis? ¿Alguna dosis sí?
No. Ninguna dosis. Ninguna dosis. Es muy segura la ketamina.
¿No tenemos en el tallo cerebral receptores de ketamina? ¿Como los opioides?
No, no, no. O sea, el opioide deprime. La ketamina estimula. Vale. Pero disocia. O sea, te estimula el cerebro. Y llega un momento que con una dosis muy alta ya también te ponen blanco. Ya no te acuerdas nada. Estás en cero. Y ahí te pueden estar operando, sacando la pierna, cortando, y punto. Pero este no te va a matar. Te va a mantener siempre con las funciones estables. Quizás va a subir tu presión arterial un poco más. Y si eres hipertenso, eso sí podría ser un problema. Siempre los hipertensos, los que tienen glaucoma de ángulo cerrado, los que tienen tiroides no controlada, los que tienen un tumor que genere este aumento de la noradrenalina. Esos son pacientes que no deben consumir ketamina.
¿En manía tampoco?
Los bipolares, cuando estás en manía, no. Cuando estás en depresión, sí. En manía, no.
Siempre cuando alguien dice ketamina dice: «Ah, esa droga de caballo, para caballo». ¿Por qué se piensa eso y se dice eso sobre la ketamina?
Bueno, es chistoso. Yo tengo en mi exposición la última que hice en una universidad que me invitaron justo al final. Gracias y dos caballitos. Es que la ketamina se utiliza para la veterinaria.
¿Cómo es una droga?
Se usa también en la veterinaria, pero no significa que sea una… Se utiliza también en la veterinaria. Todos los anestesiólogos tenemos siempre ketamina dentro de nuestra cajita de medicamentos. No hay ninguno que no lo tenga. Porque es un medicamento de segunda línea. ¿Por qué digo segunda línea? Porque lo han creado otros medicamentos para la inducción anestésica. Entonces, la ketamina es un anestésico. Único. O sea, solamente la ketamina únicamente es un anestésico. Pero para la inducción anestésica utilizamos tres cosas diferentes que no son anestésicos. Utilizamos un opioide, un medicamento que te va a producir hipnosis, que puede ser un barbitúrico, y un relajante muscular. Entonces, la mezcla de estas tres ya podemos llamarla anestesia. Pero ninguna de estas tres, por separado, son anestésicos. La ketamina sí es anestésico. Entonces, si tú vas a dar anestesia a un animal, ¿vas a comprar estas tres o le vas a comprar solamente la única que le va a dar anestesia? Obviamente le vas a comprar una. Y le vas a poner la ketamina. Entonces, para los animales, para evitar la inducción con el opioide, con el barbitúrico…
Abaratar costos, digamos.
Y abaratar costos, le pones la ketamina. Total, el perro, el caballo, no se va a quejar de haber estado soñando o alucinando. Es por eso que es de uso veterinario, porque es muy versátil y solamente con ese medicamento puede dar la anestesia completa.
Vale. Gracias, porque siempre es algo que se repite mucho. Había que tocar ese tema. ¿Cómo influyó en tu perspectiva personal y profesional ver los efectos de la ketamina en tus pacientes? ¿Y cuál era tu opinión sobre las drogas psicodélicas antes de empezar a trabajar con ketamina?
Yo siempre he sido una persona muy abierta y me encanta buscar a Dios. Siempre he sido un buscador de Dios. Y estuve tomando ayahuasca antes. Pero el tema de la ayahuasca, después lo comprendí y me di cuenta que personalmente no iba por ahí mi búsqueda. Con lo que me ocurrió personalmente, comencé a ver los efectos de la ketamina y también la probé. Y fue completamente diferente. Fue una sensación hermosa. Hermosa. He tenido experiencias hasta angelicales. Y han sido hermosas. No recomiendo el uso solo. Lo hice acompañado con mi esposa. Pero el tabú de los psicodélicos es muy grande. Y ahora la neurociencia está metiendo a todos los psicodélicos como el gran bastón de lo que no pueden hacer. Entonces, todo lo que está vetado por la sociedad, dentro de los próximos 5 a 10 años, van a ser la solución de los problemas de la salud mental de todo el mundo. Así que, yo me imagino que dentro de 10, 5 años, casi el 80% de la población va a haber probado, mínimo va a probar un psicodélico en su vida. Porque los psicodélicos están tomando una fuerza increíble en la salud mental. Y la psilocibina, dentro de poco, ya la van a comenzar a dosificar. Y es muy buena también.
Sí, también tenemos en esta segunda temporada de podcast, estamos tratando esos temas y, por supuesto, la psilocibina es una de ellas. ¿Qué desafíos emocionales has enfrentado al tratar pacientes con ketamina y cómo los has superado?
Para mí, la ketamina me ha cambiado bastante la vida. Yo, desde los últimos seis años, me he dedicado cada vez más y más a utilizar la ketamina, a modificarla, a conocer pacientes que terminan siendo amigos, amigos míos. Porque ya con el tiempo que los voy viendo, me conocen hasta la mirada. Apenas me dicen: «Algo te pasa, tienes algo». Ya me conocen de todo, ya nos conocemos, nos volvemos muy amigos. Y la relación se hace más fácil, el tratamiento se hace más fácil. Y bueno, tanto así que estoy ahorita, justamente en un momento de mi vida, pensando en ya dejar la anestesia, ya no estar más en sala de operaciones. Porque, uno, que estoy cada vez con mayor cantidad y mayor carga de pacientes, y necesito ayuda. Ya comencé ya a tener ayuda. Y otro, que la anestesia ya dejó de gustarme. Ya es frío, es llegar, dormir al paciente, ver la operación, despertarlo, ver que todo esté bien, para ahí invadirlo un poco, para mantenerlo regulado. Pero, en un momento no hay una conexión con el paciente. Y la ketamina me permite eso, esa conexión bonita con el paciente, esa conexión humana, que a mí me encanta.
¿Y cuál ha sido el momento más gratificante de tu carrera trabajando con tratamientos de ketamina? O más de uno, no sé.
Mira, hubo un paciente, judío, que su mamá, su papá y su hermana habían fallecido. Y se había quedado solamente con otra hermana, la cual tenía problemas psiquiátricos. Y él quedó con un dolor, con una depresión y un dolor en la zona genital. Y sus primeras dos experiencias fueron viendo a sus papás y a su hermana. Él comenzó a ver a su padre y a su hermana. Y su risa y su felicidad fue epifánica. Tan epifánica, que te lo juro que el cuarto se llenó de una sensación de luz. Fue hermoso. Nunca había visto a una persona con una risa y una felicidad tan epifánica como esa. Y bueno, he visto varias, pero esa me llenó de tanta felicidad. Porque él me decía: «Estoy viendo a mi papá, estoy viendo a mi mamá, los estoy viendo». Un hombre que a los 12 años perdió a su familia, que a los 50 los vuelve a ver y vuelve a poder tener justamente un contacto pequeño, bueno, no fue pequeño, pero un contacto con ellos, de poder hablar con ellos o sentir que está hablando con ellos. Es hermoso, imagínate. Es milagroso. Y eso para mí fue una de las mejores experiencias que he tenido. Porque yo me llené de tanta felicidad que salí sonriendo hasta que llegué a mi casa.
Qué lindo. Bueno, para terminar, yo sentí una conexión más profunda con mi propia humanidad y la de los demás. ¿Cómo crees que la ketamina puede influir en el estigma asociado a los trastornos mentales y el uso de drogas?
La ketamina es un medicamento que se puede utilizar como droga. Entonces, es igualito a un cuchillo. Lo puedes utilizar para partir el pan o para matar a alguien. El estigma lo va a poner la sociedad y el límite lo vas a poner tú. Yo no puedo ser el juzgador de nadie. Cada persona es libre. Es libre de hacer lo que desee. Lo único que te puedo recomendar es que cuides tu vida y valores tu libertad. Porque perder la libertad por una adicción es muy triste. Y disfrutar lo que hay también es bonito. Es bonito. Yo no puedo decirte que no. Es bonito. Pero tienes que tener cuidado. Y tienes que ser muy sabio.
Este podcast es una producción de Proyecto Soma y es posible gracias al apoyo de la Source Research Foundation.
La entrevista y coordinación fue realizada por Francesca Brivio | La edición general fue realizada por Raúl Lescano Méndez | La edición de sonido ha sido un trabajo de Santiago Martinez Reid | La música es una composición de Dr.100

0 comments on “Qué nos dice hoy la ketamina sobre la depresión”